sábado, 17 de abril de 2010

La democracia

Para empezar a tratar sobre este vasto tema cabe, en primer lugar, empezar con una breve explicación de lo que es este sistema político que tan arraigado está en nuestra sociedad occidental. Etimológicamente, su significación viene a ser “poder del pueblo”, de “demos” y “krâtos”, que significan pueblo y poder respectivamente. Es, por lo tanto, un sistema donde, teóricamente, el poder recae en los hombros del pueblo llano, quiénes delegan su poder a otros para que sean ellos quienes gobiernen.




¿Es la democracia un sistema de gobierno viable para nuestra sociedad? Como decía Winston Churchill, la democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno ideados por la humanidad, pero acaso esto no sea del todo cierto.

En primer lugar la democracia requiere de una delegación del poder a terceros, es decir, requiere una pérdida de nuestro poder, de nuestra libertad de elección, de nosotros mismos al fin. Estamos confiriendo un poder intrínseco a nuestra propia existencia a un individuo del que apenas conocemos nada, ni tan siquiera de cómo obra con el poder que le conferimos. ¿Es acaso una necesidad del ser humano quedar alienado, minimizado, empequeñecido por el miedo al poder? No, no hablamos de poder en el sentido de tener mucho dinero, o propiedades o pertenencias. Ese poder es una nimiedad, una minucia, algo insulso. Hablamos del poder de poder regir nuestra propia existencia, de decidir sobre ella, de alzarnos como el único líder de ella, de ser “yo” quien rija mi misma existencia. Un poder que ostentamos todos y cada uno de los seres humanos, que es intrínseco a nuestra existencia, que pertenece a nuestra propia idiosincrasia, pero que, continuamente, nos afanamos en perder, porque ciertamente este poder crea en nuestro interior temor, miedo, porque no sabemos qué hacer con él. A palabras de Feuerbach, explicando la existencia de Dios, los humanos tendemos a otorgar todos nuestros dones a una existencia superior, quedando así alienados, empequeñecidos, convertidos en meros títeres sin nada en nuestro interior. A grandes rasgos, ¿no podría ser esto lo que sucede al desistir en nuestro deber de ostentar un poder sobre nuestra propia existencia? Porque, cuando votamos, simbólicamente, estamos confiriendo nuestro poder a otros, pues ya nosotros no somos más que un mero colectivo, un rebaño, al que el político debe contentar.

Por lo tanto, ¿no debería ser la búsqueda del poder nuestro fin? Ser capaces de desligarnos de la sociedad en cierta medida, de alzarnos en ella como un ser individual, y de posibilitar que este ser no tenga nadie que hable por él, que abandere sus necesidades como propias del ser individual. ¿Pero entonces, por qué vivimos sumergidos en esta sociedad decadente en lo que a individualidad se refiere? Como bien diría Hesse en “El lobo estepario”, porque la masa burguesa no busca más que su subsistencia, su supervivencia, sin importar más que el bienestar, del que ya se ha hablado. Este bienestar ve en la democracia una buena forma de asentarse, consiguiendo así, también a palabras de Hesse, ahogar a los lobos esteparios que viven inmersos en esta sociedad que no es la suya, ya que la población burguesa es mayoría.



Pero dejemos de lado esta crítica a lo que encarna la democracia, porque es un complejo tema que no está siendo elaborado con la suficiente maestría, quedándose sólo en la superficie de lo que pretende decirse. Vayamos, pues, a un tema más práctica de la democracia que, a diferencia de la democracia ideal, de la que ya hemos intentado hablar, sí tiene por donde agarrarla en lo que a crítica se refiere.

La democracia actual es un sistema político que hace, a la práctica, aguas por todos lados. Cabe remarcar, en primer lugar, que no hay un poder real del pueblo, dado que, en primer lugar, el derecho de votar no es ejercido por todos los votantes posibilitados ante esta función, cosa que no hace más que torpedear este burdo sistema de gobierno, haciendo que un mero 40% de la población escoja a los dignatarios, dignatarios que no son dignos (valga el juego de palabras) de ostentar el poder que tienen. Basta con encender la televisión para ver a uno de estos tipejos despotricar, insultar, torpedear todas las iniciativas del gobierno, y éste no hace menos, no crean, con la oposición, cerrándose así un ciclo de insultos, de desmerecimientos y de estupidez.



Además, este sistema político no deja de adentrarse en marismas más y más profundas de incompetencia. Antaño proliferaban partidos que encarnaban ideologías, buenas o malas, pero que al fin no eran meros mercenarios del voto. No hace tanto tiempo en que coexistían partidos comunistas, sindicatos anarquistas, grupos falangistas, partidos obreros, organizaciones libertarias… Pero hoy… hoy toda la importancia gira en derredor de dos partidos que no se diferencian en tanto como intentan hacernos creer. Ambos son más de lo mismo. No encarnan valores ni ideales, su único ideal es el voto, su único señor el dinero y el poder ajeno. Antaño, proliferaban las ideas, campaban por diestra y siniestra, no temían manifestarse. Algunas nos eran contrarias, otras acordes, pero eso es secundario en lo que aquí se discute, pues existían. Hoy, pocos son los colectivos que se oponen a la conformidad y conformismo y bienestar burgués, quienes ejercen su poder, su deber, de pensar, de concebir ideologías, de sentir latir en su pecho el ardiente deseo de cambiar las cosas, de convertir el mundo en un lugar mejor. ¿Qué sentido puede aún quedarle a la democracia cuando las ideas, las diferencias, han muerto? ¿Qué importa que escojamos blanco o negro si ambos son, en el fondo, lo mismo?

¿A qué se debe, pues, esta muerte de las ideas? Será más extensamente comentado en otro artículo, pero mucha culpa de ello la encontramos en los medios de comunicación, en una culturalización que a menudo no lo es, y en general una sociedad falta de aspiraciones que excedan el bienestar.



Debemos luchar contra este sistema que ahoga furtivamente las ideas, debemos hacer que las ideas vuelvan a campar a sus anchas, que no seamos unos pocos los que nos movamos bajo su estandarte, que toda la población ostente el poder, al menos, de poder pensar por sí mismas. Entonces, y sólo entonces, la democracia recobrará cierto poder del que antaño poseía, cierto sentido, pero entonces se derrumbará. Si la democracia se encontrase en su punto auge, en una sociedad donde proliferan las ideas, entonces su cumbre será su fin. Porque de esta sociedad surgirán nuevas ideas, que devuelvan al hombre al lugar que pertenece, que otorguen a la humanidad el poder que ha perdido, convirtiéndose éste en libertad, en el superhombre, en el fin de toda delegación del poder, de toda manipulación, de toda corrupción, de toda insulsez.

La democracia es, por lo tanto, un vehículo a esta nueva sociedad que entre todos debemos alcanzar.

7 comentarios:

  1. Esperem que algun dia puguem viure la democràcia del poble, tal i com van idear els nostres amics grecs...mentre estan no queda res més que dir que la democràcia es millor que la dictadura... i que no es pot de cap manera buscar una solució que passi per una dictadura per arribar a una democràcia justa i utòpica... busca un intent violent i dictatorial a la nostra petició seria igual o pitjor que la dictadura democràtica que han imposat els poder fàctics amb el bipartidisme i la política de masses
    Harry Goldfard

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  2. ¡Quanta raó guarden les teves paraules! Clar és que la democracia no és la millor de les opcions, sobretot la que vivim ara, però és infinitament preferible a una dictadura, on qualsevol vestigi de llibertat, de lliure pensament i d'individualitat queda reduït al no-res.

    Ara bé, la democràcia grega tampoc hauria de ser el nostre ideal, perquè segueix requerint d'una delegació de poders, d'un empetitiment de l'home, cosa que no pot, o no hauria, de ser compatible amb la nostra existència. Hem de regir la nostra pròpia existència com millor sapiguem, però no hem de cedir aquest poder a tercers.

    De totes maneres, tot el que sigui allunyar-se d'aquesta política de masses, d'aquests mercenaris del vot, d'aquest bipartidisme insuls, d'aquesta tendència burguesa de conformar-se amb res... per apropar-se al món de la idealitat, les idees, el demà, és positiu.

    ********

    ¡Cuanta razón tiene tus palabras!Claro es que la democraciano es la mejor de las opciones, sobre todo en la que actualmente vivimos, pero es infinitamente preferible a una dictadura, donde cualquier vestigio de libertad, de libre pensamiento y de individualidad queda reducido a la nada.

    Ahora bien, la democracia griega tampoco debería ser nuestro ideal, porque sigue requiriendo de una delegación del pode, de un empequeñecimientod el hombre, cosa que no puede, o no debería, ser compatible con nuestra existencia humana. Hemos de regir nuestra propia existenciacomo mejor sepamos, pero no hemos de ceder este poder a terceros.

    De todas maneras, todo lo que signifique un alejamiento de esta política de masas, de estos mercenarios del voto, de este bipartidismo insulso, de esta tendencia burguesa a conformarse con nada... para acercarse al mundo ideal, de las ideas, el mañana, es positivo.

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  4. Yo estoy absolutamente de acuerdo con todo lo explicado aquí. Considero que la democracia, como sistema que representa al pueblo, no es más que el poder entregado a unas personas que, EN TEORIA, “representan” los ideales de cada uno de los ciudadanos. Por lo contrario, este sistema tiene muchos defectos ya que muchas personas (por no decir todas aquellas que reflexionan y que les importa en cierta medida su país) no se sienten identificados con los ideales que reflejan estos políticos y, por lo tanto, no tienen decisión alguna en la vida del país.

    Como muy bien has dicho tú, los políticos, a los que muchos de nosotros votamos porque hacen alguna medida que está bien o simplemente porque tiene miedo que salga otro que quiere hacer medidas de autentica locura, son personas que se pasan el día atacándose unos a otros (lo que ellos llaman “trabajar”), que van haciendo medidas sin idea alguna a la que seguir y que solo les importa una cosa, ganar las elecciones para poder decidir lo que a ellos les dé la gana.

    Volviendo al tema de la democracia, como tú has dicho, la democracia debería ser un sistema político vehículo hacía otro sistema. Yo estoy absolutamente de acuerdo con eso, pero aquí viene la gran cuestión: ¿cuál es ese sistema, que debería de poder repartir el poder a todos los ciudadanos? Creo que ha habido muchos pensadores que han intentado resolver este problema, pero, a pesar de que sus ideas eran realmente buenas, al ponerlo en práctica había algún tipo de defecto que hacía que no fuera realmente viable.

    Por eso, creo que de momento, como dijo Churchill (que aprovecho para decir que este comentario en el texto es realmente bueno) la democracia es lo menos malo y que la población ha de intentar buscar ese sistema que permita albergar los ideales de todos.

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  5. No puedo más que mostrar mi más sincero acuerdo a tu comentario, ya que resume en unas líneas el sentido y el contenido del artículo.

    En lo referente al sistema que pueda sustituir la democracia, hay algunas propuestas, algunas buenas y otras malas, pero el problema no se encuentra en la ideología en sí, sino en la puesta a la práctica. Sólo cabe ver en qué degeneró el comunismo, que con "tan buenos" ideales empezaba...

    Gracias por el comentario ;)

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  6. Es una reflexió que algú considerarà estupida però,m de veeritat creieu que hi ha alguna forma de canvia aquest sistema.
    Hi ha una frase celebre que diu: intentes canviar el món fins que el món et canvia a tú...
    és cert en tothom això sembla doncs demostrat que els que no accepten el sistema queden relegats a una situació precària quartmunidsta... i ara no em digueu que es pot ser una persona normal que te una vida rutinaria i intentar canviar el sistema perque aixó no es compatible. ens hem de renidr a la realitat de l'experiència dels nostres avantpassats més propers que intentaren portar a terme estats utópics durant el segle XIX i XX i no repetir els seus errors. Quina és la solució... hi ha una altra frase d'Albert Einstein aquesta que diu: si busques resultats diferents no intentis fer el mateix. És a dir ni autocràcia(dictadura), ni comunisme, ni democràcia, ni capitalisme, ni liberalisme, ni monarquia, ni republica...si ve l'anarquia no ha arribat mai a ser estable m'atraveixo a dir que ni anarquisme perque també és un concepte passat. O sigui que tenim el repte d'entendre un altre concepte que potser ens podrá acostar més al que nosaltres busquem.



    Aquesta és una reflexió que també m'agradaria llançar aviam que en penseu... creieu que una gran catàstrofe mundial faria que la civilització comences de nou i poguès aquesta nova forma de societat diferent inventar-se o per el contrari creieu que la humanitat està condemnada a repetir els seus errors?

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  7. Si un pueblo es muy inculto alli se ve como cojea la democracia

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