miércoles, 25 de agosto de 2010

Origen, ¿el nuevo Matrix?

Cada cierto tiempo, guionistas y cineastas nos sorprenden con grandes películas que rompen con las típicas producciones de Hollywood. Quizás sea prematuro considerar Origen una de esas obras maestres del cine moderno, pero no es prematuro afirmar que no es una película más, pues en ella hay un trasfondo filosófico patente, una encarnizada lucha entre el mundo onírico y la realidad, una caracterización excelente del personaje principal… En otras palabras, es una película que nos hace pensar.



Ante todo avisar que todo aquél que no haya visto la película se abstenga de leer esto, pues sino Origen perdería buena parte de su gracia.

Y ahora sigamos comentando la película, lo bueno y lo malo. Porque a pesar de ser una buena película tiene cosas malas. Como por ejemplo los personajes secundarios, que no merecen casi ese nombre, porque no se les da un trato proporcional a su relevancia en el film, seguramente como consecuencia de la caracterización exhaustiva y completa de Cobb, que parece ser el único, junto con Mal, que parece de verdad tener algunas motivaciones. Porque, ¿qué motiva a los demás personajes? ¿Qué sabemos de ellos? Sólo sabemos lo primordial para comprender la historia. Nada más. ¿Qué pasa con Ariadne? ¿Qué la mueve a convertirse en arquitecta? No puede ser únicamente que necesite volver a un sueño. Y así con todos los personajes secundarios. No tienen apenas credibilidad, pues casi no están caracterizados. Están, de algún modo, desaprovechados, sobre todo Ariadne, que podría haber sido mucho más relevante.

Otra cosa que a mí me parece un defecto, pero que en realidad no lo es, es la historia en sí: la destrucción de un imperio comercial. Sí, encaja perfectamente con lo que busca Cobb, sus hijos, pero me parece demasiado banal. La idea de los sueños, la complejidad del mundo onírico y su entrelazamiento con la realidad me parece algo mucho más… trascendente. No esperaba tampoco que fuesen a salvar al mundo y despertarlo de su mentira, como Matrix, pero quizás algo que no me dé la sensación de ser una excusa para que Cobb consiga sus objetivos, ya sean éstos volver a ver a Mal o a sus hijos.

Quizás, pero ya sería rizar mucho el rizo, podríamos encontrar el final algo flojo. ¿Por qué? Porque era previsible desde la mitad de la película. Todos sabíamos que la última imagen sería el tótem de Mal girando. Porque es eso, el tótem de Mal, no lo olvidemos. Pero a pesar de ser totalmente previsible, es una buena culminación de la película, quizás la única. ¿Por qué? Porque consigue que ese conflicto entre realidad y sueño sobrepase la historia en sí y nos llegue a nosotros. Ya no sabemos en qué creer. ¿Es real o es ficticio el final? He ahí la gran duda. Sin embargo, sin que tenga porqué ser cierto, yo daré mi opinión. El final es real. Pero, entonces, ¿qué pasa con el tótem? La cuestión es que no es su tótem, sino el de Mal, tótem que seguramente él cogió cuando murió. También sabemos que es real porque les vemos la cara, y aunque nos parece que en el limbo también hubiésemos podido verlas, no deja de ser algo imposible, pues son sólo recuerdos y él no los ve, no al menos lo suficiente como para recordarlos con nitidez.

Pero esta opinión puede ser igualmente contrastada, pues vemos que no hay motivo para que el tótem de Mal no sea el suyo, pues su mujer ha muerto, él seguiría siendo el único conocedor de cómo es el tótem. Además está el hecho de que siempre aparecen los niños con el mismo vestido. Y eso nos puede hacer pensar que no son más que recuerdos del último momento. Por último nos encontramos con un detalle que confunde más la trama, dándole un interés, para mí, sin igual: las constantes proyecciones de Mal. ¿Por qué siempre aparece Mal cuando no están entrando en el subconsciente de Cobb, sino el de Fischer? Cuando Cobb le explica a Ariadne lo que está sucediendo en el sueño compartido, dice que son proyecciones del soñador, no de los “intrusos”. Pero acaso el extractor sea un caso aparte.

Y luego está el tema de la canción. “Non, je ne regrette rien” Lo que viene a decir “no, no me arrepiento de nada”. Pero lo mejor está cuando la canción dice: “Avec mes souvenirs j`ai allume le feu mes shagrins, mes plaisirs, je n’ai plus besoin d’eux” que viene a ser: “con mis recuerdos yo encendí el fuego, mis tristezas y mis placeres, yo no los necesito” . Así, que cada cual interprete esto como quiera, pero debemos reconocer que la canción está bien escogida.



Y para acabar de complicar la cosa, el limbo. ¿Por qué todos los limbos nos recuerdan al de Cobb? Fischer se encuentra en el mismo limbo que Cobb, cosa extraña, porque forma parte de su subconsciente, el de Cobb, no el de Fischer. ¿O acaso sólo hay un único limbo? De ser así, ¿Saito ha cambiado el limbo que construyó Cobb o es otro distinto? De ser lo primero, podríamos entender qué hace Fischer allí, pero entonces el limbo dejaría de ser parte del subconsciente de cada cual para convertirse en una especie de lugar común para todos, cosa que hace que no entendamos por qué Mal tiene allí escondido su secreto, y por qué es allí donde Cobb prueba por primera vez Origen. En caso de ser otro distinto, estaríamos cayendo en un bucle de incomprensión, pues ¿por qué Fischer no tiene un limbo distinto y Saito sí?

Pero dejemos la historia en sí, que como hemos visto tiene mucho por donde cogerla e interpretarla, y vayamos a reflexionar sobre su trasfondo filosófico, aunque yo no sea el más adecuado para tamaña hazaña.

Es innegable, para empezar, que tiene cierto parecido con Matrix. Hay una lucha entre realidad y sueño, y como en Matrix del personaje depende si prefiere lo uno o lo otro. Mal prefería el sueño, la vida fácil, donde se sentía segura y capaz de regir su destino. Pero no así Cobb, que como Neo (salvando las distancias) quiere la realidad. Pero, ¿por qué prefiere tanto la realidad? En su mundo es feliz, y lo único que enturbia esa felicidad no es más que su conocimiento de que no se encuentra en la realidad. ¿Podemos acaso decir que lo único que separa el sueño de la realidad es saber que es un sueño? Ariadne seguro que nos daría la razón, como demuestra en su primer sueño compartido. Así, el mundo onírico sólo es onírico porque lo comparamos con la realidad, pues de otro modo creeríamos que es real. Y quizás es una falsa realidad preferible, como opinan todos aquellos que van cada día a sedarse para sumergirse en sus sueños y olvidar la realidad.

Pero pongámonos en la piel de Cobb, ¿qué es preferible, vivir una vida de amarguras y real o un sueño que, por propia voluntad, se convierte en real? Supongo que esa es una de las preguntas principales que hay detrás de la película. ¿Qué motivos podía tener Cobb para dejar de vivir en el limbo? Únicamente el hecho de que estaba viviendo en un mundo irreal. Sólo eso. Nada más, pues tenía cuánto podía desear. Aunque no fuese real. ¿Y eso a qué nos lleva? A afirmar que es sólo el conocimiento lo que nos separa de confundir realidades, ¿no? Pues si no sé que esto es irreal, tiene que ser por fuerza real, ¿verdad? Qué bien quedaría ahora la frase ésa de: “Pienso, luego existo”. Así que la realidad existe porqué somos capaces de discernirla de lo irreal. Y somos capaces de hacerlo porque pensamos, porque sabemos. ¿Quizás sea esto lo que nos hace diferentes a los animales? Quién sabe.

Y, ¿cómo se manifiesta el conocimiento? Con las ideas, que son como virus, se expanden por el subconsciente… Se ve en la película, pues, el poder que llegan a tener las ideas en nuestra existencia, en nuestra formar de concebir e intentar cambiar la sociedad. ¿Estaba equivocado aquél pensador, que ahora no recuerdo, que afirmaba que no eran las ideas las que nos movían, sino los sentimientos y las emociones? Quizás fuese un poco de todo, pero en Origen se muestra a las ideas como las detonantes de todo, como aquello capaz de hacer cambiar las cosas, el mundo. Aunque quizás dependan, en cierto sentido, de los sentimientos. Pero, ¿acaso las ideas no levantan en nosotros sentimientos, emociones? Perseverancia, alegría, decisión.

Y para no alargarnos más, vayamos por último a hablar del rico subconsciente que se nos muestra en el film, sin duda digno del bueno de Freud, pues en él se encuentran los secretos más íntimos, a veces tan íntimos que aun nosotros mismos los desconocemos. Y también se encuentran nuestras motivaciones, la raíz de todas nuestras acciones, alejadas de nuestra mano, que sólo nos impelen sin que dejen que las juzguemos. Hablo por ejemplo de la idea que le inculcan a Fischer, que se encuentra arraigada en su cerebro, en una parte dónde el no puede llegar pero desde la cual regirá sus acciones, su vida. Es interesante reflexionar sobre la idea de subconsciente, y anteponerla a la imagen que tenemos de nosotros mismos como seres racionales. ¿Pero es acaso cierto que nuestro subconsciente o inconsciente rige nuestras acciones? ¿O sólo las influyen?

Y dejo ya este tema, con una pregunta abierta para reflexionar, porque el tema del subconsciente, como el de las ideas, daría mucho más de sí pero no es el momento de ahondar en ellos.


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