viernes, 10 de diciembre de 2010

Julian Assange: mártir por la libertad

Sí, he decidido revivir esto aunque sólo sea para hablar de Julian Assange, el nuevo estandarte de la libertad, del verdadero periodismo, de la no submisión al poder.

Me hastía ver a mi alrededor falsos periodistas subyugados al poder, sensacionalistas, vanos, que escriben para complacer a los demás; estoy harto del engaño, de la sociedad en la que vivimos donde prima el poder a cualquier otra realidad y veo en Julian Assange un símbolo, un estandarte, harto olvidado ya, una llama de esperanza para la libertad, para la verdadera información, un moribundo clamo a la lucha contra la opresión.

Julian Assange es un mártir voluntario. Sí, porque no se esconde de sus enemigos y prefiere entregarse antes que verse calumniado, antes de que todo su trabajo caiga en el olvido. Y seguramente conocía que su entrega comportaría esta efervescencia, este clamor en la Red, esa avivación de todos los que compartimos la libertad y la libre información como máximo estandarte. Seguramente conocía que con su detención no sería olvidado, su mensaje se expandiría, llegaría a buen puerto, superaría las barreras de las acusaciones presumtamente infundadas, del engaño opresivo, de todas esas zancadillas que hipócritas organizaciones le iban tendiendo. Y le aplaudo. Le aplaudo por tener el valor de luchar, de convertirse en un mártir de la libertad, de demostrar con su ejemplo que es posible conseguir aun los objetivos más imposibles.

Y este es un clamo en apoyo de Julian Assange. No para que no se le juzge, sino para que este juicio sea justo, ajeno a presiones exteriores, a voluntades ocultas que quieren cerrarle la boca, que quieren impedir que puede ejercer su derecho de LIBERTAD DE EXPRESIÓN. Porque es evidente que estas presiones existen. ¿Alguien comprende cómo una organización que permite donaciones al Ku Klux Klan no hace lo propio con una organización sin ánimo de lucro y con la voluntad de ejercer su derecho de libertad de expresión? Porque yo tampoco.

Me gustaría hacer una última afirmación: si permitimos que Julian Assange y su labor informativa caiga en el olvido, entonces estaremos perdidos. Veremos ante nosotros un poder amenazador, imperecedero, que guía nuestro destino, nuestras vidas, que nos observa y nos commina a seguir la línea recta. Sí, un Gran Hermano que todo lo sabe y todo lo controla, del que será imposible escapar. Pronto nos encontraremos con restricciones en la red, como pasa ya en países como China; pronto veremos diezmados nuestros derechos en beneficio del "bien común", del "estado". Veremos cómo los dirigentes, esclavizados por el poder, nos esclavizan a su vez, nos hacen víctimas de esta red de mentiras y falsedades, que sólo pretenden que los que ostentan el poder lo mantengan.

Debemos luchar para que eso no suceda. No hablo tanto de defender a Julian Assange, que también, siempre y cuando se demuestre su probable inocencia. Pero él, a mi modo de ver, no es el importante. No. Él es un vehículo, un estandarte, el que ha asestado el primer golpe. Pero él sólo no puede ganar una guerra. No. El poder, el verdadero poder, se encuentra en todos nosotros, en los pequeños granos de arena que todos podemos aportar a esta causa. Nuestra causa, pues tenemos que hacer nuestra la causa de Julian Assange, que con tanto valor nos ha servido en bandeja. No podemos dejar que la bestia, herida levemente por el primer estoque de Julian Assange, sobreviva, o al menos que lo haga tal y como lo está haciendo: privando de libertad, de derechos, de información libre y sin filtrar.

Y es este mi pedido y mi objetivo: poner mi grano de arena para que todo este trabajo que tan encomiablemente ha llevado a cabo el periodista, de los pocos que quedan, no se pierda en una vorágine de pasividad y de frialdad. No podemos permitir que sus palabras, sus acciones, su búsqueda de la libertad caigan con las calumnias que le asolan en estos momentos. No podemos permitirnos volver atrás. No podemos olvidarnos de la libertad.No podemos permitir que haya empresas que decidan a quién donar dinero y a quién no, accediendo a dárselo a grupos racistas y reaccionarios pero no a organizaciones liberales. No podemos permitir que la tiranía del poder nos someta a todos, porque de ser así viviríamos en un mundo terrorífico, donde primaría el poder a la libertad, el dinero a la humanidad. No podemos permitirlo.

JUSTICIA PARA JULIAN ASSANGE Y LARGA VIDA A LA LIBERTAD

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