“El día había transcurrido del modo como suelen transcurrir estos días; lo había malbaratado, lo había consumido suavemente con mi manera primitiva y extraña de vivir; […] días mesuradamente agradables, absolutamente llevaderos, pasables y tibios, de un señor descontento y de cierta edad; días sin dolores especiales, sin preocupaciones especiales, sin verdadero desaliento y sin desesperanza; días en los cuales puede meditarse tranquila y objetivamente, sin agitaciones ni miedos, hasta la cuestión de si no habrá llegad
o en instante de seguir el ejemplo del célebre autor de los Estudios y sufrir un accidente al afeitarse.” Así empieza “El lobo estepario”, de Hermann Hesse.
o en instante de seguir el ejemplo del célebre autor de los Estudios y sufrir un accidente al afeitarse.” Así empieza “El lobo estepario”, de Hermann Hesse.